Fuente: The Conversation,
Es frecuente escuchar entre los docentes quejas y comentarios negativos acerca del comportamiento de sus alumnos en el aula. Se levantan, hablan entre ellos, no prestan atención a lo que hace o dice el profesor, gritan, se pelean, etc. Esta situación repercute en el proceso de enseñanza–aprendizaje, produciendo en el docente sentimientos de frustración.
Para el alumnado, esta situación también tiene repercusiones: bajada del rendimiento escolar, los alumnos no aprovechan el tiempo en el aula, no acaban las tareas, no atienden las explicaciones del profesor y por lo tanto, no plantean dudas; además de lo que esto repercute en su autoestima y en el concepto que forman de sus capacidades y logros. En los casos más graves, esta situación puede generar fracaso escolar (una preocupación social) y en el caso de los docentes, bajas laborales.
Por lo tanto, tener una sensación de que el ambiente de la clase está bajo control es importante para que tanto docentes como alumnos disfruten de una experiencia de aprendizaje satisfactoria.
¿Funcionan los castigos?
La falta de formación en análisis aplicado de la conducta entre los docentes provoca que frecuentemente tomen medidas fundamentalmente de castigo. Estas se repiten a veces de forma reiterada, sin lograr el efecto deseado, es decir, que disminuya el comportamiento que se ha querido castigar, generando un clima de crispación en la comunidad educativa.
Es frecuente escuchar entre los docentes quejas y comentarios negativos acerca del comportamiento de sus alumnos en el aula. Se levantan, hablan entre ellos, no prestan atención a lo que hace o dice el profesor, gritan, se pelean, etc. Esta situación repercute en el proceso de enseñanza–aprendizaje, produciendo en el docente sentimientos de frustración.
Para el alumnado, esta situación también tiene repercusiones: bajada del rendimiento escolar, los alumnos no aprovechan el tiempo en el aula, no acaban las tareas, no atienden las explicaciones del profesor y por lo tanto, no plantean dudas; además de lo que esto repercute en su autoestima y en el concepto que forman de sus capacidades y logros. En los casos más graves, esta situación puede generar fracaso escolar (una preocupación social) y en el caso de los docentes, bajas laborales.
Por lo tanto, tener una sensación de que el ambiente de la clase está bajo control es importante para que tanto docentes como alumnos disfruten de una experiencia de aprendizaje satisfactoria.
¿Funcionan los castigos?
La falta de formación en análisis aplicado de la conducta entre los docentes provoca que frecuentemente tomen medidas fundamentalmente de castigo. Estas se repiten a veces de forma reiterada, sin lograr el efecto deseado, es decir, que disminuya el comportamiento que se ha querido castigar, generando un clima de crispación en la comunidad educativa.
Autora: Rosario Ruiz Olivares
Profesora Titular Área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento psicológico, Universidad de Córdoba