Cuando pensábamos que las máquinas impactarían sobre todo en los trabajos manuales, repetitivos, de carga física y que los temas más creativos, que requieren pensamiento serían los menos afectados… llegó la Inteligencia Artificial y puso todo patas arriba.
Aunque la Inteligencia Artificial lleva estudiándose desde mediados del siglo XX, realmente no empezó a sonar para la mayoría de nosotros hasta el 30 de noviembre del 2022, cuando OpenAI hizo pública su versión 3.0 de ChatGPT.
Y rompió todos los esquemas. Hasta este momento, las grandes compañías no lanzaban sus productos hasta que no estaban completamente probados, sin fallos, sabiendo muy bien qué consecuencias tendrían. OpenAI, compañía fundada en 2015, sacó una versión beta, abierta a todo el mundo (no sólo a Estados Unidos, como suele ser habitual) y en múltiples idiomas (y no sólo en inglés). Y convirtió a ChatGPT en la tecnología que más rápidamente alcanzó el millón de usuarios, los 50 millones de usuarios y algunos récords más.
No voy a entrar a valorar en si es inteligencia o no. Si es simplemente estadística o probabilidad. Para mí, cada vez que interactúo con ella, es magia. Es la primera vez en la historia en la que podemos tener conversaciones coherentes con una máquina y es algo realmente asombroso.
Como no puedo saber qué nos va a deparar el futuro, tampoco quiero teorizar sobre esto. Aunque no sé si las máquinas acabarán dominando a los seres humanos, mi visión es bastante más optimista: sinceramente creo que podemos aprovecharnos y ser capaces de mejorar como personas.
Pero sería de necios pensar que, aunque a largo plazo pueda llegar a ser beneficioso, las consecuencias a corto y medio plazo serán enormes. Es un momento muy disruptivo y todos estos procesos conllevan impactos negativos: nos vamos a encontrar pérdidas de trabajos (que, aunque serán compensadas por otros nuevos empleos, habrá gente que sufra) y se nos viene un tsunami tremendo en la educación.
Por qué sí, amigo docente, nos va a impactar de lleno en el proceso de enseñanza-aprendizaje. En cómo impartimos nuestras clases y en cómo los alumnos adquieren y procesan los conocimientos y cómo los aplican a su vida diaria.
Y los alumnos a los que estamos preparando ahora tendrán presente en su día a día la Inteligencia Artificial y la verán como algo natural, como quien usa ahora un móvil o Internet.
Pero, hasta que eso llegue, y mientras se debate a alto nivel (por ejemplo, en la Unión Europea) cómo nos vamos a enfrentar a nivel legal, estos meses-años futuros, en especial este curso académico 2023-24, va a ser muy complejo. Y para nosotros, los docentes, creo que mucho más.
Porque, admitámoslo, tenemos una relación complicada con la tecnología. Los alumnos siempre van más rápido que nosotros. Es algo natural. Y los alumnos YA están usando ChatGPT para que les ayude a hacer sus trabajos.
Y tenemos 2 alternativas: prohibirlo en las escuelas, castigar cuando descubramos (o intuyamos) que un alumno entrega una reflexión hecha por la Inteligencia Artificial y hacernos los ciegos ante lo que está delante nuestro, o ser conscientes del cambio e intentar educar en su uso responsable e intentar ver cómo podemos potenciar a los alumnos.
ChatGPT nos va a permitir el sueño de muchas generaciones de profesores: tener una educación realmente individualizada
Sé que lo más usual va a ser la primera opción: en muchos colegios se intentará filtrar para que nadie pueda acceder, pero no va a servir: desde casa o desde el móvil los alumnos podrán entrar y seguir usándolo.
ChatGPT nos va a permitir el sueño de muchas generaciones de profesores: tener una educación realmente individualizada. Es imposible que un docente, en un aula con 25, 20 o más alumnos pueda ir al ritmo que necesita cada uno de ellos. Y, sin embargo, la Inteligencia Artificial sí tiene esa capacidad.
Bien usada, se puede convertir en el mejor aliado del profesor.
Pero para esto, hay que mirar con ojos positivos el cambio, formarse y usarlo. Afortunadamente la curva de experiencia de ChatGPT no es nada compleja: basta con tener un ordenador conectado a Internet, entrar a la web y “hablar”. Simplemente con esto ya se puede trabajar: no hace falta saber programar, tener conocimientos matemáticos o estadísticos. Eso sí, dominarlo sí es una habilidad, y cuanto más se usa, mejores resultados se obtienen.
Como docente ¿cómo se puede usar ChatGPT? Mi recomendación es que no lo uses como enciclopedia o como calculadora: es bastante malo, aún, en estos ámbitos. Y hay que educar a nuestros alumnos a que no lo usen así. Se inventa datos o hechos y los trasmite con mucha seguridad. Es muy fácil caer en la tentación de hacerle caso. Pero, al igual que no entramos a Google y cogemos el primer resultado que nos da (o no deberíamos hacerlo), debemos comprobar si lo que nos está diciendo es cierto o no.
Vistas estas dos excepciones, ChatGPT es tremendamente bueno y útil en todo lo que tiene que ver con el lenguaje y la creatividad. Es una herramienta ideal para perder el miedo al folio en blanco, porque te va a dar ideas desde cero para cualquier tema que le propongas.
Es genial para inventarse actividades a hacer con tus alumnos, sean de la edad que sean (especifícale tu curso y déjate sorprender por las propuestas). Para parafrasear textos. Para generar preguntas de examen. Para inventar cuentos personalizados. Para hablar con personajes históricos. Para traducir. Para hacer role-playing. Para preparar charlas. Para generar metáforas o ejemplos. Para proponer actividades de evaluación basadas en la taxonomía de Bloom o Inteligencias Múltiples… de verdad, las posibilidades para usarlas como maestros en nuestras aulas (antes, durante y después de las clases) son infinitas.
De nuevo, no hay que fiarse de los datos factuales que nos da, pero bien usada, es un tremendo potenciador de la imaginación.
No sé qué nos va a deparar el futuro. Pero somos nosotros, en el presente, los que lo vamos a construir. Que nuestros alumnos salgan con las competencias adecuadas para interactuar en su día a día y en sus trabajos con lo que estamos empezando a ver ahora, va a depender en gran parte de nosotros, de ti y de mí. Es un reto fascinante.
Sergio Travieso Teniente es profesor del Grado en ADE y del Máster Universitario de Profesor de ESO, Bachillerato, FP y Enseñanza de Idiomas en la Universidad Francisco de Vitoria. Actualmente dirige el área de Evolución Digital en la Universidad Francisco de Vitoria. Acaba de publicar Sé un maestro en la Era de la Inteligencia Artificial: más de 75 ideas de cómo ChatGPT puede ayudarte en el aula, disponible en Amazon.