Fuente:EduCaixa
La guía para docentes de EduCaixa sobre el trabajo con las familias por parte de los centros analiza cómo han de ser las relaciones con los padres y madres para potenciar el aprendizaje del alumnado.
Lograr que las familias se impliquen es fundamental para el progreso del alumnado en el sistema escolar. Del tiempo que pasan los padres con sus hijos depende en buena parte el aprendizaje de estos. Por ello, cualquier intervención que aspire a la equidad educativa tendrá muchas menos posibilidades de éxito si pretende lograrla sin las familias.
Eso sí, para que realmente mejore el aprendizaje del alumnado, la relación familia-escuela no puede ser algo espontáneo o casual y debe planificarse, monitorizarse y evaluarse para que sea eficaz. Así lo demuestra la investigación educativa y, en concreto, el análisis de las evidencias sobre la implicación de las familias y su influencia en el aprendizaje del alumnado financiado por la EEF.
Precisamente en este aspecto concreto de las relaciones familia-escuela, en el aprendizaje del alumnado, se centra la guía para docentes de EduCaixa Trabajar con las familias para apoyar el aprendizaje del alumnado, consciente de que estas son algo más amplio que engloba también la implicación de las familias en la toma de decisiones en la escuela o las relaciones de confianza y respecto entre centros y hogares. La guía es práctica para centros tanto de Primaria como de Secundaria, y aunque dirigida principalmente a los equipos directivos, también los docentes, las familias, los políticos, los desarrolladores de programas educativos, los trabajadores de apoyo a las familias y los investigadores pueden sacarle partido.
¿Qué implicación familiar es eficaz en el aprendizaje del alumnado?
Según la guía de EduCaixa, «los centros deberían ser optimistas con el potencial de la implicación de las familias, pero cautelosos sobre la mejor forma de enfocarla, y deberían revisar y monitorizar sus actividades para comprobar que obtienen los impactos deseados», sobre todo porque el tiempo de las familias es escaso y deben sentir que el que invierten realmente les reporta resultados.
La planificación es clave: Se debe saber qué se pretende conseguir, se debe analizar si la práctica anual es útil para esos objetivos, se debe prescindir de las prácticas que no funcionan y escuchar también a las familias que no suelen intervenir para conocer qué les haría participar más. Y todo ello, pensando en el largo plazo y en el centro en su totalidad. También es fundamental que exista un líder o una figura de referencia para las familias.
Solo así se conseguirá una implicación que vaya más allá de la mera asistencia de las familias a la reunión de inicio de curso o a la función escolar de turno y que logre un cambio intencionado en la cultura de centro.
En base a la investigación, hay tres áreas en las que es interesante trabajar:
- Hacer que las familias tengan unas altas expectativas.
- Mantenerlas informadas sobre la vida del aula.
- Concienciarlas sobre la importancia de fomentar unos buenos hábitos lectores en sus hijos.
La implicación no debe decaer, pero sí evolucionar
La implicación de las familias en el aprendizaje debe adaptarse a los hitos que pretenden lograrse en cada una de las etapas. Así, en Infantil en casa se deberían reforzar el lenguaje oral y la autorregulación; en los primeros cursos de Primaria, la lectura y el acercamiento a los números; en los últimos cursos de Primaria, la comprensión lectora (mediante lecturas compartidas), y en Secundaria, la lectura y el aprendizaje autónomos.
Cuatro recomendaciones para profesorado y equipos directivos
- Revisar críticamente el trabajo con las familias. Familia y escuela comparten un mismo fin: que el aprendizaje del alumnado sea el máximo posible. En este sentido, el vínculo entre el entorno de aprendizaje creado en casa y el rendimiento del alumnado en el centro es innegable. Sin embargo, los centros son conscientes de que el trabajo mano a mano con las familias supone un reto y requiere de un esfuerzo sostenido, y a un 70% de los docentes en España les gustaría tener una mayor formación sobre cómo implicar a las familias. Para que el trabajo con las familias funcione se deben delimitar objetivos más específicos, y planificar y monitorizar su consecución. Además, como con los alumnos, es importante no dejar a ninguna familia atrás, y dirigirse a las menos involucradas para saber cómo implicarlas.
- Ofrecer estrategias prácticas para fomentar el aprendizaje desde casa. Por ejemplo, transmitiendo la importancia de la lectura compartida en familia a lo largo de todo el año (también en verano), con conversaciones en torno a esa lectura incluidas. En cuanto a los deberes, es positivo establecer unos hábitos desde casa, pero no tanto que los padres se sienten con los hijos a hacerlos, sobre todo a medida que van siendo más mayores. Es mejor si los padres ayudan a los hijos a fijarse unos objetivos, a planificarse y a gestionar su tiempo, su esfuerzo y sus emociones.
- Adaptar las comunicaciones de la escuela para fomentar un diálogo positivo sobre el aprendizaje. La comunicación escolar ha de estar bien diseñada, con mensajes breves cada semana o cartas trimestrales, tratando de que la interacción sea lo más personalizada posible y potenciando un enfoque positivo, también consultando a las familias sobre cómo les gustaría que fuera esa interacción e intentando llegar a todas las familias, no solo a las más implicadas por defecto.
- Ofrecer un apoyo más sostenido e intensivo donde haga falta. La escuela debe dirigirse a las familias, interpelarlas sobre cómo desde la escuela se les puede apoyar para lograr que el alumnado aprenda lo máximo posible y transmitirles que las expectativas sobre los alumnos son compartidas por familia y escuela. Los talleres de crianza pueden ser interesantes, sobre todo si se logra generar un entorno informal y acogedor, y en ocasiones puede ser necesario realizar visitas al domicilio del alumnado con menor edad y más necesidades.