La pandemia la ha situado como una competencia clave para los educadores. En Cataluña será mérito en las próximas oposiciones pero pronto será un requisito para ser docente.
Antes de la pandemia, según los últimos estudios de la OCDE al respecto, Skills Outlook 2019 y Talis 2018, los profesores españoles no sentían que la competencia digital docente fuera su punto fuerte. Solo un 36% creía estar preparado o muy bien preparado para integrar las TIC en sus clases, solo un 38% había abordado este aspecto en su formación inicial y, como consecuencia, el 64,7% decía necesitar más capacitación.
El pasado verano, Talis recogía cómo el 66% de los profesores de Secundaria en España se consideraba capaz de apoyar el aprendizaje de sus alumnos mediante el uso de la tecnología digital, frente al 88% en Portugal. En Primaria, el porcentaje se elevaba al 70%, pero en ambas etapas este es el terreno en que los docentes se sentían más inseguros.
Un año después, encuestas como la de la asociación de profesores de instituto de Andalucía (Apia) reflejan cómo el convivir día a día con las herramientas TIC para proseguir con el proceso de enseñanza y aprendizaje ha supuesto una fuente de estrés durante el cierre de centros a causa de la pandemia de Covid-19.
La palabra digitalización siempre ha estado en boca de los responsables educativos, pero sin que los planes llegaran a cuajar del todo. En 2018 se anunció un Plan de Transformación Digital Educativa, aun con Méndez de Vigo, que ahora Celaá ha rebautizado como Plan de Digitalización y desarrollo de la competencia digital en Educación y FP. La digitalización es la tercera de las 10 líneas de trabajo del MEFP, que en su reforma educativa (Lomloe) también contempla que se elaborará, previa consulta a las comunidades, un marco de referencia de competencia digital docente (CDD) “que oriente la formación permanente del profesorado y facilite el desarrollo de una cultura digital en el aula”.
En realidad, hay un proyecto que arrancó en 2012 y dio lugar en 2017 al marco de CDD del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado (Intef). Un marco que se acompaña de un portfolio que muchos docentes ven como una herramienta farragosa y con fallos técnicos, de modo que la mayoría reconoce haber entrado en ella por curiosidad pero haberla abandonado por aburrimiento.
Cataluña, con marco de CDD propio y plan de Educación digital 2020-25 también propio, pedirá en las próximas oposiciones, ahora aplazadas, esta competencia como mérito, pero antes de 2025 pretende que sea un requisito. “La fecha de 2025 era antes de la pandemia, probablemente se revisará y se empiece a pedir antes”, apunta Mercè Gisbert, catedrática de Tecnología Educativa de la Universitat Rovira i Virgili. (En Baleares la semana pasada prosperó en el Parlament una proposición no de ley para reclamar al Gobierno central que en menos de tres años el profesorado obtenga el reconocimiento de CDD).
Gisbert está al frente de un observatorio de la CDD en colaboración con otras universidades y financiado en parte por el Ministerio de Ciencia e Innovación, que pretende poder contar con una muestra representativa de docentes de Primaria y Secundaria de toda España. El reto es pasar de la autopercepción a la evaluación.
Sobre si esta crisis habrá incrementado la CDD, reflexiona: “Forzosamente se ha tenido que adoptar la tecnología como herramienta, lo que no significa que se haya incorporado de forma adecuada al proceso de enseñanza y aprendizaje. Una cosa es la habilidad tecnológica y otra, ser competente digital. Habilidad tecnológica tenemos todos, en mundo muy tecnologizado. Competencia implica aplicarla con sentido para resolver una cuestión concreta. Y esta les falta a los profesionales de la Educación y les falta a los ciudadanos”.
Para Azucena Vázquez, docente de FP en ETP “Xavier” y miembro de la junta directiva de la asociación Espiral, “la CDD es la suma de dos competencias diferentes: instrumental y metodológica. La primera sí se ha incrementado, pues los docentes han aprendido a usar instrumentos nuevos, pero no ha venido acompañada de una revolución metodológica que sitúe a los alumnos en el centro. Los profesores han seguido siendo los protagonistas y los alumnos han seguido escuchándoles sentados, ahora en casa en vez de en clase. Se ha hecho docencia no presencial de emergencia, no docencia virtual de calidad”. Para llegar a ella considera clave recursos de la Administración, formación y que los docentes se lo crean, apertura de mente. También, el liderazgo del equipo directivo, que los que más saben ayuden al resto, compartir recursos, experiencias y proyectos entre asignaturas…
Como subrayaba un estudio de la Universidad de Sevilla en base a los resultados de Talis 2013 para España, no es solo la capacitación en TIC del profesor sino cómo se siente de seguro, cómo concibe la Educación y el grado de colaboración entre docentes lo que marca la diferencia en competencia digital docente.
Fuente: SARAY MARQUÉS Martes, 2 de junio de 2020
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