Entre alcanzar o no un tratado, existe una posible vía intermedia para las relaciones comerciales entre el Reino Unido y la UE: tres escenarios que deberán tener en cuenta los agricultores españoles que quieran exportar a ese país.
Desde que el pasado día 1 de febrero Londres abandonara oficialmente la Unión Europea, se ha abierto un periodo de transición hasta el 31 de diciembre de 2020 en el que no se prevén mayores cambios para las empresas, aunque habrá que ver si para entonces las partes son capaces de ponerse de acuerdo.
La Comisión Europea ha propuesto un pacto con «cero aranceles y cero cuotas» en los bienes que entren en el mercado único, pero el primer ministro británico, Boris Johnson, no quiere oír hablar de normas comunitarias y prefiere un tratado de libre comercio como el de la UE con Canadá.
Johnson se ha atrevido incluso a mencionar el «modelo Australia», país con el que la UE solo tiene acuerdos sectoriales y deja el resto al amparo de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Varios modelos sobre la mesa
El experto del Instituto Internacional San Telmo, Fernando Faces, define el momento actual como el «preludio de una larga batalla». Faces descarta que el Reino Unido acepte acceder al mercado único, librándose de cuotas, aranceles y controles aduaneros a cambio de asumir sus reglas en cuestiones sociales, medioambientales y fitosanitarias, porque «eso sería como no haber salido» de la UE.
Si esa opción no fuera posible, considera «deseable llegar a un acuerdo de libre comercio tipo Canadá», donde desaparecían los aranceles y cuotas, pero se mantendrían los controles.
Los agricultores temen su impacto, pero Faces lo ve «inevitable» y cree que este podría mitigarse haciendo más «livianos» los controles con ayuda de la tecnología.
Una tercera posibilidad consiste en la falta de acuerdo, como ocurre actualmente con la UE y Australia, que están negociando un tratado de libre comercio.
Salvo excepciones, sus intercambios como terceros países se rigen por las reglas mínimas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y están sometidos a aranceles y controles.
También influirán otros factores como el diseño de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) de la UE o la evolución de la libra y la economía británicas, que podrían hacer disminuir la demanda.
La conexión España-Reino Unido
Según datos oficiales de Comercio Exterior, Reino Unido es el quinto país más importante para las exportaciones agroalimentarias españolas, representando un 8 % del total.
Sus ventas sumaron en 2018 unos 3.900 millones de euros, frente a importaciones de 1.100 millones, un saldo tradicionalmente positivo para España.
Entre los productos destacan las frutas y verduras españolas, que tienen en el Reino Unido su segundo mercado de exportación, valorado en 2.200 millones.
Hasta ahora, el comercio de España con Reino Unido se consideraba intracomunitario y no quedaba reflejado en las estadísticas aduaneras.
Ante la posibilidad de un Brexit duro, sin acuerdo final, las autoridades españolas recuerdan que las empresas deben obtener un número EORI si desean vender fuera de la UE.
Las empresas se van preparando
Muchos proveedores españoles también se están estableciendo en el Reino Unido para que sus operaciones se consideren de tipo interno y no exportaciones sujetas al pago de aranceles.
Finca Las Lomas, una empresa andaluza que exporta anualmente hasta 20 millones de kilos de productos hortofrutícolas al Reino Unido, asegura contar con una oficina británica que «garantiza una relación directa» con ese mercado y está formada por un equipo con experiencia «para cualquiera de los supuestos del Brexit».
Desde el sector vitivinícola, otro de los potenciales afectados, César Saldaña, director del Consejo Regulador del Vino de Jerez y la Manzanilla, explica que destinan el 25 % de sus ventas al Reino Unido, su principal mercado exterior.
Expresa su preocupación por que aumenten allí las tasas a las bebidas alcohólicas, aunque espera que se respeten las denominaciones de origen.
«Algunas bodegas de Jerez ya tienen compañías propias en el Reino Unido y otras estarán pensándoselo porque evidentemente habrá un tratamiento fiscal muy diferente, pero muchas empresas medianas y pequeñas no tienen la capacidad de instalarse», apunta Saldaña, que sigue con incertidumbre el curso de las negociaciones.