Es importante definir el concepto de salud emocional como el conjunto de capacidades para adaptarse a los cambios y la flexibilidad para aprender cosas nuevas, junto con un envejecimiento activo y saludable.
Fuente: Geriatricarea
Actualmente llegamos a mayor edad en un estado de salud física mucho mejor que hace 25 años, pero las posibilidades de que se padezcan trastornos mentales derivados de una mala salud emocional han aumentado. El cómo afrontemos el envejecimiento va a repercutir sobre éste. Nuestra calidad de vida va a depender, en parte, de nuestra salud emocional.
Las emociones positivas funcionan como antídoto contra el estrés, las enfermedades y el dolor que se pueda derivar de ellas. Aquellas personas que mantienen una actitud positiva tienden a llevar un estilo de vida más saludable y una actitud más preventiva. Las emociones positivas aumentan la capacidad de atención, reflexión, resiliencia y bienestar emocional y físico. Esto no quiere decir que no podamos permitirnos el estar tristes y llorar cuando sea necesario, no es algo malo, todo lo contrario, aliviará la carga que tengamos y nos hará sentir mejor y aliviados.
Cobra especial importancia el poder expresar cómo nos sentimos y validar todas las emociones para tener una buena salud emocional. Las emociones no son buenas o malas, son sólo emociones, las cuales nos hacen conscientes de lo que sentimos, de lo que nos gusta y de lo que no.
Podemos concluir con que la salud emocional influye directamente en cómo envejecemos, previniendo enfermedades y promoviendo un mayor bienestar cuando nuestra actitud es positiva.
Podemos mejorar nuestra salud emocional:
- Practicando alguna actividad física.
- Pasando tiempo con gente joven (actividades de tipo intergeneracional)
- Teniendo unos lazos afectivos familiares fuertes
- Cuidándonos: alimentación, higiene, descanso.
- Técnicas de relajación.
- Proponernos objetivos realistas. Tener metas inalcanzables solo nos frustraría.